12 de marzo de 2010

El arte silenciado

Por Pilar Mora Viera

El 24 de marzo de 1976 se hizo público el comunicado Nº 19 de la Junta Militar, estableciendo un estricto control sobre todos los medios de comunicación basándose en censuras, levantamiento de programas, prohibición de actuaciones musicales en televisión y recitales en lugares grandes como también la intervención militar en todas las emisoras y los canales de aire.

La televisión pasó a ser un reflejo de la ideología política que se quería imponer. Durante el mundial del ’78, la Marcha Mundial y la canción “25 millones de argentinos jugaremos el mundial” (con un inconfundible ritmo marcial) era lo más parecido a música disponible para la audiencia.

En las radios circulaban las famosas listas con las canciones, artistas y hasta palabras prohibidas, o como decían los militares “sugerían” o “recomendaban” no emitir. Cualquier término que inducía a una ideología “no apropiada” o un acto que “contradice los principios de la moral” quedaba absolutamente fuera de la transmisión. Tales son los ejemplos de “Durazno sangrando” de Luis Alberto Spinetta, prohibida por ser considerada obscena la tapa del disco, o “el otro cambio, los que se fueron” de Litto Nebbia, que utiliza la palabra “hembra” o “Ámame nena” de Raúl Porchetto, porque la letra incluye la frase “ya no hay más fachistas por aquí”. Otro caso es el de Pescado Rabioso, que no podía ser transmitido por los periodistas, si querían pasar su música. La solución que encontraron fue mencionar a cada uno de los integrantes individualmente para presentar sus temas y tomando ciertas precauciones como evitar emitir al aire “Me gusta ese tajo” y otras.

Un ejemplo que resulta hasta cómico (además de lamentable) es el de la canción “Toda la noche oliendo a ti” de Herrero y Armanteros que fue censurada porque la letra “describe una relación sentimental de características irregulares que destacan el aspecto meramente sensual del amor, lo cual no condice con los valores y normas de nuestra vida social”.

El COMFER controlaba diariamente las programaciones y sus respectivos contenidos de todos los canales de radio y aplicaba severas multas a quienes no respetaban sus restricciones. Varios periodistas fueron amenazados o levantaron sus programas por invitar a determinado músico o por pasar alguna de las canciones de las listas.

En un principio algunos artistas apoyaron la dictadura creyendo en las promesas de orden y equilibrio económico luego del gobierno de Isabelita Perón, como por ejemplo, León Gieco y Atahualpa Yupanqui.

Eventualmente León Gieco fue víctima de múltiples censuras, ninguno de sus temas podía transmitirse por radio o televisión, y sufrió amenazas por estar acusado de participar en un partido político. Al finalizar sus recitales se le acercaban policías presionándolo por los temas que cantaba. Luego de que lo amenazaran con su hija, decidió abandonar el país por un tiempo y volvió en el ’78. Un hecho curioso y contradictorio ocurrió con el popularizado “Sólo le pido a Dios”. Primeramente estuvo prohibida por radio y televisión y hasta para cantarla en vivo, pero en la guerra de Malvinas, el Gobierno Militar la declaró de interés nacional e incluso decretó la obligación de transmitirla por radio.

Se desconoce algún músico de rock que haya sido desaparecido. Las causas se adjudican principalmente a que no militaban en partidos políticos y además como consecuencia de la repercusión internacional que tuvo el secuestro del pianista tucumano Miguel Ángel Estrella, detenido durante dos años en Montevideo.


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