12 de marzo de 2010

De la represión a la consolidación



Por Pilar Mora Viera


La década del 60 fue una época de revoluciones y enfrentamiento bélico producto de la Guerra Fría. La Revolución Cubana, el Che Guevara, el mayo parisino y la filosofía hippie, con sus reclamos de paz, dejaron un legado en la juventud argentina. Nacieron nuevas corrientes ideológicas que proclamaban justicia y se manifestaban en contra de lo establecido y del conformismo.



Uno de los objetivos del golpe de estado del ’76 fue disciplinar a esta generación de jóvenes rebeldes influenciados por la ola revolucionaria. Ser joven significaba ser sospechoso, peligroso, desestabilizador. Con el Estado de Sitio declarado aquél 24 de marzo, reunirse en lugares públicos era una tarea complicada, casi imposible.



El rock nacional no estaba totalmente instalado, todavía no había desarrollado una identidad sólida. Aún así, estaba directamente asociado a la subversión, y por lo tanto, sufría rigurosas restricciones. Esta condición perjudicó y demoró su asentamiento definitivo.



Pero para los jóvenes reprimidos, los recitales de rock se transformaron en una necesidad, un indispensable. Eran las únicas posibilidades que tenían para reunirse con otras personas con sus mismos intereses, preocupaciones y formas de pensar y ver las cosas. El rock era la voz que les decía que no estaban solos y les transmitía las ganas de seguir luchando.

Foto: Diario Clarín Jueves 25 de Marzo de 1976

Por este motivo, los recitales fueron sede de numerosos intentos de boicot. Se prohibieron las actuaciones en lugares grandes y los artistas se vieron obligados a tocar en salas pequeñas, clubes de barrio y sociedades de fomento, en ocasiones de manera clandestina. Los militares comenzaron a “recomendar” a los dueños de los clubes que no les alquilen a determinadas bandas. También tomaron otras medidas: durante un recital de Alas en el Ritz, estalló la primera bomba de gas lacrimógeno, y luego dos más de este tipo en Periscopio en una actuación de Huerque Mapu.



Los grupos de jóvenes concurrentes a recitales en el Luna Park fueron perseguidos incansablemente. Pasaban la noche en la comisaría por llevar el pelo largo o por no tener documentación. Les revisaban los antecedentes y con suerte salían por la mañana.



Muchos artistas decidieron que era mejor continuar sus carreras en el exterior, como Miguel Cantilo y Charly García. Algunos como León Gieco, debieron irse por obligación, y pasado el peligro, regresaron. Otros, optaron por apoyar la dictadura para poder tocar sin ningún tipo de censura, como el emblemático caso de Juan Carlos Saravia, líder de los Chalchaleros, quien le regaló un poncho a Videla ante los ojos del público.



“Una de las cosas que me impulsó a dejar el país fue el constante acoso policial en la calle”, recuerda Miguel Cantilo.* “Te paraban, te interrogaban en cualquier esquina, y te preguntaban por qué usabas el pelo largo (…) no se puede vivir así”. “Recuerdo que una vez fui a cantar a la televisión y un milico no permitía que me hicieran primeros planos. Tengo una recorte de una revista que hay una foto de Pedro y Pablo del festival Barrock, en el epígrafe dice La estremecedora imagen de la juventud de hoy en día.”



Foto: Miguel Cantilo ("Pedro y Pablo")






“Por un lado, la etiqueta de exiliado te daba cierto prestigio. Pero por otro, tengo la sensación de que el que se quedó compartió el sentimiento con la gente, como le pasó a León Gieco (…). Como que esos cinco años, para algunos diez, para algunos más, crearon un desconecte con la gente. Si analizás la carrera de los que nos fuimos, nunca pudimos alcanzar ese nivel de aceptación, de popularidad. Nunca pudimos recuperar ese tiempo perdido. Hay una incomprensión entre el mensaje y la gente. A mí y a otros nos pasa que no tenemos en la gente el arraigo de los que se quedaron (…) Esos años que te fuiste crean una distancia entre el artista y su gente que es irrecuperable”.



A partir de la guerra de Malvinas, los mismos militares que reprimían y censuraban la libre difusión del rock se reunieron con artistas de la talla de Spinetta, Charly García, Litto Nebbia, David Lebón y León Gieco para llegar a un acuerdo. La idea era promulgar el rock nacional debido a que cualquier tipo de música en inglés, sin importar su contenido, estaba terminantemente prohibida. Aún así, siguiendo la línea que caracterizó a los represores, este acuerdo tenía una lista de temas que no estaban permitidos. El operador Viola, encabezador de estas reuniones, les prometió a los músicos que podrían cantar en salas grandes y el acceso a los medios masivos.



El 15 de mayo de 1982 el Festival de Solidaridad Americana tuvo lugar en Obras Sanitarias, organizado por los militares. Contó con la participación de Spinetta, Charly, León Gieco, Litto Nebbia, Nito Mestre, David Lebón, Miguel Cantilo y Durietz, Edelmiro Molinari, Dulces 16 con Pappo como invitado, entre otros. El lema del evento fue “mucho rock por algo de paz”, con motivo de recolectar cigarrillos, abrigos, y alimentos para llevar a los combatientes de Malvinas. Un general amenazó a Raúl Porchetto para que no cante “Algo de paz”, ya que la idea de los militares no era la difusión del mensaje pacífico que emitían los músicos. A pesar de la amenaza, Porchetto la cantó junto con Charly, Lebón y Nito Mestre. El destino de los fondos recaudados continúa siendo una incógnita, aunque no es muy difícil sospechar qué es lo que pudo haber pasado con las recaudaciones.



La Guerra de Malvinas significó la instalación definitiva del rock en Argentina que, como consecuencia de todo lo ocurrido durante el período dictatorial, ya había alcanzado una identidad propia que lo diferenciaba del resto de los estilos musicales. El rock se las ingenió para convivir con la dictadura, que puso todas sus fuerzas en “disciplinar” social y culturalmente a esta generación joven y a la camada de artistas que, lejos de desaparecer, se fortaleció y conservó su espíritu rebelde, aferrándose a su pasado para permitirse mirar hacia adelante con optimismo, a lo que fue a fines de la década del 60 y comienzos del 70, cuando daba sus primeros pasos.



Entrevista realizada por Laura Santos, Alejandro Petruccelli y Pablo Morgade para “Música y dictadura”.



Fuente: “Música y dictadura” de Laura Santos, Alejandro Petruccelli y Pablo Morgade. Wikipedia.



Dato adjunto: Lista de canciones prohibidas durante la dictadura: http://www.comfer.gov.ar/web/blog/wp-content/uploads/2009/07/canciones-prohibidas1.pdf

“Partiré hacia la locura”


Por: Juan Ignacio Reynoso

Así dijeron Los Gatos en 1967, con su primer single La Balsa, canción que se convirtió en un clásico del rock nacional, un himno de la dictadura militar argentina, un lema adolescente y adulto y también, el tema que marcó el principio de lo que hoy conocemos como rock en Argentina.

La letra de La Balsa, compuesta por José Alberto Iglesias -alias Tanguito- y Litto Nebbia, ambos integrantes del grupo "Los Gatos", fue objeto de diferentes interpretaciones. Algunos criticaron la composición por considerarla una apología a las drogas. Se relacionó la frase "Y cuando mi balsa esté lista partiré hacia la locura" al uso de drogas estimulantes –por ejemplo, anfetaminas-, pero también la juventud la tomó como un símbolo de libertad , una forma de expresar sus deseos de irse al lugar que mas quieran, por sentirse solos y tristes en este mundo abandonado (como dice la letra).

Cuando surgieron Los Gatos, Argentina vivía bajo la presidencia de Onganía, quien creía firmemente que la juventud era un rejunte de subversivos, y por ende las universidades eran consideradas criaderos de este tipo de "amenazas". Sin embargo, hubo algunos, hoy iconos aclamados, que se atrevieron a pararse sin caerse, que se atrevieron a confundir al Estado para decir que algo no les gustaba.

Los Gatos lograron algo excepcional para la época: una canción que representaba a la juventud y que criticaba, en una forma simbólica, al Gobierno que estaba vigente en ese momento. También, lograron vender más de 250.000 copias, y desataron un furor por el recién nacido rock nacional.

A partir de ellos surgieron otras agrupaciones consideradas las pioneras, tales como Almendra (Spinetta) y Manal. Más tarde los siguieron Sui Generis y Pappo Blues. La coincidencia es que todos fueron pibes que escuchaban bandas tributo a The Beatles en lugares escondidos, como La Cueva o Plaza Italia. Demostraron que en medio de un gobierno militar, que luego se convertiría en una dictadura militar, uno podía decir lo que sentía, ya sea a través de metáforas o simplemente siendo parte de esta "contracultura".



“Si te veían con un disco de Zitarrosa te pegaban un tiro”



Horacio Galmarini trabaja como operador y musicalizador en los medios de comunicación desde principio de los años 70’. Vivió el proceso de reorganización nacional en dos radios locales: Universidad y Provincia y nos cuenta su experiencia.

Por: Gabriel Ríos Malan

¿Cuál fue la posición de los trabajadores de la radio sobre la censura?

En radio Universidad a pesar de la prohibición de intérpretes y artistas se resistía un poco más, en algunos programas de folklore se podía deslizar algún tema de Mercedes Sosa o Víctor Heredia. Incluso había un programa los sábados llamado “Concierto de música pop”, donde se pasaba algún tema de rock que directamente estaba censurado. Eso era prácticamente jugarse la vida.

¿Había intérpretes prohibidos?

Artistas como Mercedes Sosa o León Gieco estaban totalmente prohibidos, también grupos extranjeros que llegaron a nuestro país, por ejemplo el grupo chileno Los Coyas, fueron perseguidos, prohibidos y tuvieron que exiliarse en Francia.

¿Hasta dónde llegaba el control sobre los artistas?

Tal era la paranoia que tenia el gobierno militar que en un trabajo de Carlos Di Fulvio llamado “La conquista del desierto” el grupo vocal que intervenía se llamaba “Los Montoneros”. Estos no tenían ninguna relación con lo político, pero de todas maneras fueron obligados a cambiar su nombre. Era una época dura, si te veían con un disco de Alfredo Zitarrosa te pegaban un tiro.

¿Recuerda algún disco de esa época?

Un disco emblemático de esa época es el que logra editar Serú Giran en el año 78’. Entre los temas que lo conforman se encuentra “Noche de perros”, que relata lo dura que es la noche en época de dictadura. Otro grupo que surgió durante la dictadura es los Redonditos de Ricota, resistiendo como podían y siempre apelando a la metáfora.

¿Los artistas tenían algún compromiso político más allá de sus canciones?

Entre los músicos hubo muchos que estuvieron comprometidos políticamente entre ellos, Roque Narvaja, que estuvo muy ligado a la asunción del presidente Héctor Cámpora y obviamente se tuvo que exiliar. Otros como Miguel Cantilo no estaban totalmente comprometidos políticamente, en sus canciones contaban simplemente lo que veían en la sociedad, pero la torpeza de los militares los llevaba a tomar actitudes paranoicas debido a su desconocimiento.

¿Cuándo se refleja en la música el final de la dictadura?

Esto se termina con la guerra de Malvinas y como “Cambalache” de Enrique Santos Discépolo fue emblemática de su época, “Sólo le pido a Dios”, de León Gieco es la canción que describe lo que realmente estaba pasando, lo que se produjo y las locuras de la dictadura militar.


Imagen del disco de Alfredo Zitarrosa, donde se encontraba su canción "Guitarra Negra" , la cual estaba prohibida, especialmente por este fragmento:


"Hoy anduvo la muerte revisando los ruidos del teléfono, distintos bajo los dedos índices, las fotos, el termómetro, los muertos y los vivos, los pálidos fantasmas que me habitan, sus pies y manos múltiples, sus ojos y sus dientes, bajo sospecha de subversión... Y no halló nada... No pudo hallar a Batlle, ni a mi padre, ni a mi madre, ni a Marx, ni a Arístides, ni a Lenin, ni al Príncipe Kropotkin, ni al Uruguay ni a nadie... ni a los muertos Fernández más recientes... A mí tampoco me encontró... Yo había tomado un ómnibus al Cerro e iba sentado al lado de la vida"

Marcados



Setentista entrevistó a Italo Romagnoli, profesor de piano del Conservatorio de La Plata, quien nos contó de su “cómoda” posición en la época de la dictadura ya que era estudiante de música clásica y las vivencias por las que atravesaban los artistas de ese momento.

Por: Camilo Urquizu

El Profesor Italo Romagnoli manifestó que “a los que interpretaban composiciones de Bach, Beethoven, Mozart -por citar algunos-, no se los perseguía”.
En el ámbito de los músicos en La Plata, y a partir del 24 de marzo de 1976, uno de los integrantes de la junta militar, Emilio Massera, pronunció un discurso tildando de subversivos a los que cultivaban el género rock, es decir, todo el movimiento hippie, con la llegada de la música de ese género desde Gran Bretaña y los Estados Unidos.
Asimismo, Romagnoli aseveró que “acá empezó todo con la llegada de Billie Halley y sus Cometas para un recital en los años 50, donde el trombonista ítalo-argentino Eddie Pechino fue telonero, y luego siguió cosechando el rock, también con el Club del Clan, cuyos integrantes, Jhonny Tedesco, Palito Ortega, Violeta Rivas y Leo Dan, empezaron componiendo en inglés”.
Cuando se gestó la Guerra de Malvinas, el gobierno militar prohibió escuchar y componer temas en inglés, y los artistas tuvieron que escribir y cantar en español naciendo así el rock nacional. Incluso “disfrazaron” las letras de sus composiciones, por ejemplo, canciones como “La Balsa” de Los Gatos, o “Sólo le pido a Dios” eran claros mensajes al sentirse reprimidos y no sentirse indiferentes con la guerra. ¨
Por otra parte, el profesor afirmó que “si los artistas no ponían en práctica estos “jueguitos” subliminales o bien, el exilio, terminaban en el Río de La Plata, o en algún misterioso lugar”.
Ir por veredas paralelas no era un cuento más en esos días, mantenerte paranoico con drogas u otras cosas para no dormirte y que te secuestren tampoco.
“No mires por favor y no prendas la luz, la imagen te desfiguró”, dice el Indio Solari en JiJiJi, frase que hace alusión al estado de paranoia que vivían algunos perseguidos, y que hoy cantan miles de jóvenes y adultos marcados de alguna manera con la dictadura.

El arte silenciado

Por Pilar Mora Viera

El 24 de marzo de 1976 se hizo público el comunicado Nº 19 de la Junta Militar, estableciendo un estricto control sobre todos los medios de comunicación basándose en censuras, levantamiento de programas, prohibición de actuaciones musicales en televisión y recitales en lugares grandes como también la intervención militar en todas las emisoras y los canales de aire.

La televisión pasó a ser un reflejo de la ideología política que se quería imponer. Durante el mundial del ’78, la Marcha Mundial y la canción “25 millones de argentinos jugaremos el mundial” (con un inconfundible ritmo marcial) era lo más parecido a música disponible para la audiencia.

En las radios circulaban las famosas listas con las canciones, artistas y hasta palabras prohibidas, o como decían los militares “sugerían” o “recomendaban” no emitir. Cualquier término que inducía a una ideología “no apropiada” o un acto que “contradice los principios de la moral” quedaba absolutamente fuera de la transmisión. Tales son los ejemplos de “Durazno sangrando” de Luis Alberto Spinetta, prohibida por ser considerada obscena la tapa del disco, o “el otro cambio, los que se fueron” de Litto Nebbia, que utiliza la palabra “hembra” o “Ámame nena” de Raúl Porchetto, porque la letra incluye la frase “ya no hay más fachistas por aquí”. Otro caso es el de Pescado Rabioso, que no podía ser transmitido por los periodistas, si querían pasar su música. La solución que encontraron fue mencionar a cada uno de los integrantes individualmente para presentar sus temas y tomando ciertas precauciones como evitar emitir al aire “Me gusta ese tajo” y otras.

Un ejemplo que resulta hasta cómico (además de lamentable) es el de la canción “Toda la noche oliendo a ti” de Herrero y Armanteros que fue censurada porque la letra “describe una relación sentimental de características irregulares que destacan el aspecto meramente sensual del amor, lo cual no condice con los valores y normas de nuestra vida social”.

El COMFER controlaba diariamente las programaciones y sus respectivos contenidos de todos los canales de radio y aplicaba severas multas a quienes no respetaban sus restricciones. Varios periodistas fueron amenazados o levantaron sus programas por invitar a determinado músico o por pasar alguna de las canciones de las listas.

En un principio algunos artistas apoyaron la dictadura creyendo en las promesas de orden y equilibrio económico luego del gobierno de Isabelita Perón, como por ejemplo, León Gieco y Atahualpa Yupanqui.

Eventualmente León Gieco fue víctima de múltiples censuras, ninguno de sus temas podía transmitirse por radio o televisión, y sufrió amenazas por estar acusado de participar en un partido político. Al finalizar sus recitales se le acercaban policías presionándolo por los temas que cantaba. Luego de que lo amenazaran con su hija, decidió abandonar el país por un tiempo y volvió en el ’78. Un hecho curioso y contradictorio ocurrió con el popularizado “Sólo le pido a Dios”. Primeramente estuvo prohibida por radio y televisión y hasta para cantarla en vivo, pero en la guerra de Malvinas, el Gobierno Militar la declaró de interés nacional e incluso decretó la obligación de transmitirla por radio.

Se desconoce algún músico de rock que haya sido desaparecido. Las causas se adjudican principalmente a que no militaban en partidos políticos y además como consecuencia de la repercusión internacional que tuvo el secuestro del pianista tucumano Miguel Ángel Estrella, detenido durante dos años en Montevideo.


Guitarras destruidas

En Argentina, durante la última dictadura militar, no se podía escuchar música que contuviera información que perjudicara al Gobierno.

Por: Virginia Martín

Comunicado nº 19, 24 de marzo de 1976:
"Se comunica a la población que la junta de comunicantes Generales ha resuelto que sea reprimido con la pena de reclusión por tiempo indeterminado el que por cualquier medio difundiere, divulgare o propagare comunicados o imágenes provenientes o atribuidas a asociaciones ilícitas o personas o grupos notoriamente dedicados a actividades subversivas o al terrorismo. Será reprimido con reclusión de hasta diez años, el que por cualquier medio difundiere, divulgare o propagare noticias, comunicados o imágenes, Como el propósito de perturbar, perjudicar o desprestigiar actividades de las Fuerzas Armadas, de Seguridad, o Policial." A partir de este comunicado se restringe la opinión pública.
En la canción Juan Represión de Sui Generis, se personifica al Gobierno de Facto, y es por este motivo que la misma es prohibida.
Hay quienes eligieron el camino de las guerrillas para mostrar su descontento, estos no fueron tan inteligentes como quienes en cambio decidieron tomar el camino artístico e intelectual, y burlar así, de alguna manera, a la represión que el Gobierno ejercía sobre algunos sectores de la sociedad.
Si bien los jóvenes que eligieron la música, el cine, la literatura para expresarse fueron más inteligentes, al igual que los anteriores, debieron soportar la persecución del gobierno.
El Rock Nacional desde sus inicios constituyó un espacio de expresión para los jóvenes y durante la última dictadura militar Argentina se vio en un contexto de negación de la identidad juvenil, tanto por parte del régimen militar como por la sociedad civil.
En esa época, los jóvenes se unían a partir del Rock, formando así un sólo grupo de lucha contra quienes cuestionaban la identidad juvenil.
Con la prohibición del Rock, el gobierno de Facto pretendía mantener a los jóvenes callados, y tener así el control generando temor e inmovilidad social.
Si bien el Rock no estaba en la lista que el gobierno tenía para aniquilar, y no se quemaron discos, sí se prohibió la salida de nuevos discos, como también se secuestraron, torturaron y amenazaron a varios músicos, aunque no hubo ningún desaparecido.



“Acá estamos, nos hicieron de todo pero seguimos de pie”

El profesor de música Federico Mosquera opinó acerca de la representación del rock nacional durante la última dictadura militar.

Por: Valeria Rojas

El profesor de música Federico Mosquera reflexionó acerca de la visión del rock argentino durante la última dictadura militar. Al respecto dijo que “se vio al rock de dos maneras totalmente opuestas. Hasta el año 1981 estaba prohibido en el país, pero en 1982, a raíz de la guerra de Malvinas, el rock era lo que se tenía que escuchar. De repente, lo que pasó a ser lo prohibido fueron los Beatles, un absurdo realmente, pero la idea de los militares era “fomentar” a los artistas locales. A raíz de esta nueva mirada que tiene el gobierno de Galtieri hacia el rock, surgen muchos perejiles que se creían que con saber tocar la guitarra ya se era un artista”.

Con relación a la opinión de los rockeros consagrados expresó que “los gigantes del rock, por llamarlos de alguna forma, no compartieron la “incentivación” que la dictadura le quiso brindar al rock, ya que consideraban que ese rock que proponían carecía de, lo que en ese momento, era la esencia del rock (llamémosle elemento de protesta y denuncia).

Al consultarle por las bandas de rock de la ciudad de La Plata, Mosquera advirtió que “en la misma época empieza a dar sus primeros pasos un grupo de La Plata, Virus que trata la temática de valorizar el hecho de estar vivo. Fue una forma de decirle a los militares “acá estamos, nos hicieron de todo pero seguimos de pie”. A partir de ese momento el rock vuelve a ser un elemento de baile, pero sin dejar de transmitir todas esas ideas que lo había caracterizado ese último tiempo. Virus es el grupo que hace el tercer gran quiebre del rock”.

Foto: "Virus" (Federico Moura, Julio Moura, Marcelo Moura, Enrique Mugetti, Mario Serra, Ricardo Serra - Formacion inicial)